El esfuerzo y la fortuna

18 May

Me quedo con dos frases que dijeron un tal Ludwing Van Beethoveen «Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo» y Helenio Herrera » Quien no lo ha dado todo no ha dado nada».
Después de unas merecidas vacaciones hace un par semanas donde pudimos hacer balance de estos dos años recordando nuestro primer objetivo: conseguir nadar cada 100 en 1:40, para nosotros era una serie láctica y ya poder conseguir hacer series en esa ritmo ni te cuento.IMG_1827
Hoy con orgullo podemos nadar a un ritmo decente y hacer sesiones de 5000 mts. cuando antes sólo podíamos hacer en el mismo tiempo 3000 mts. Hemos pasado de «esos son unos mataos» al «esos están locos».  Acudimos a nuestras sesiones siempre con un objetivo concreto, la preparación de las sesiones conociéndonos como nos conocemos, nunca están mal planificadas, como dice Pablo C. «si una sesión no se puede acabar es que está mal planificada».

Volvemos a la puesta a punto definitiva con un objetivo nada sencillo. Dos de las travesías más largas 10 km y 13 km la realizaremos con 6 días de diferencia y no cabe posibilidad de error. De ahí que nuestra preparación sea arriesgada y aunque muchos estudios hablan de entrenar por debajo del umbral anaeróbico, nosotros apostamos por hacerlo también dentro de ese umbral, amén de mejorar nuestro aparato locomotor, importantísimo en la larga distancia donde el número de brazadas aumenta exponencialmente. No dejamos tampoco otras tareas al azar:

  • Mejorar la capacidad aerobica maxima
  • Mejorar la potencia aerobica
  • Mejorar la técnica del estilo principal
  • Mejorar la eficacia del nado en largas distancias
  • Control de número de brazadas de nado

Desde hace dos años tenemos presente un cuento que habla de un leñador y la tenacidad, es el siguiente:

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que un leñador se decidió a hacer buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona.El hombre entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.
— Te felicito – dijo el capataz — sigue así.
Animado por las palabras del capataz, un leñador se decidió a mejorar su propio record; así que esa noche se acostó bien temprano. Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.
— Me debo haber cansado – pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de cortar su segundo árbol.
Inquieto por lo que pensaría del capataz, un leñador se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. El capataz le preguntó:
— ¿cuanto hace que no afilas tu hacha?— ¿afilar? No he tenido tiempo de afilarla, he estado muy ocupado cortando árboles.
Never give up!!!

Deja un comentario